Las finanzas éticas y solidarias hacen compatible la rentabilidad económica y financiera con la consecución de objetivos sociales y ambientales. Su finalidad es contribuir a la transformación social.

Ética por dentro y por fuera

Las entidades de finanzas éticas se guían por principios que abarcan desde su política de inversiones hasta su estructura organizativa.

Economia real

Las entidades de finanzas éticas no especulan, huyen de inversiones especulativas e invierten en economía real y solidaria, es decir, en aquellos proyectos que repercuten positivamente sobre la calidad de vida de las personas, aportan una serie de beneficios sociales y promueven el desarrollo sostenible.

Sostenibilidad

Las entidades de finanzas éticas aplican criterios de evaluación ético-sociales para evaluar la responsabilidad ética, social y medioambiental de los proyectos que solicitan financiación. De esta forma, garantizan que dan apoyo económico a proyectos con alto impacto social, ambiental y cultural.

No con mi dinero

Las entidades de finanzas éticas excluyen cualquier inversión en aquellos ámbitos que vulneren los derechos humanos y la justicia social y ambiental.

Inclusión financiera

Las entidades de finanzas éticas facilitan el acceso al crédito a colectivos a menudo excluidos del sistema financiero: se calcula que más de la mitad de la población adulta del mundo carece de acceso a productos y servicios financieros de calidad.

Participación

Muy a menudo, las entidades de finanzas éticas se organizan de forma participativa y democrática en forma de cooperativas en las que las personas socias deciden con independencia del capital aportado y prevalecen el principio “una persona, un voto”.

Transparencia

Las entidades de finanzas éticas garantizan el principio de transparencia a las personas o entidades ahorradoras, que saben lo que están financiando con sus ahorros.

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